El ser humano construye y destruye usando su medida como patrón universal
Moldea su entorno para albergar su infinita presencia, para ser habitado, transitado y marcado por las personas, para recibir la continua presencia del hombre.
Cuando las personas desaparecen de su entorno, este adquiere una condición de vacío que no le corresponde por definición, pero la ausencia humana nunca es total, siempre queda un rastro, una huella invisible pero sensible.
Estas fotografías hablan sobre esa presencia imborrable, sobre el rastro humano y lo perturbador de su falta, definitiva o momentánea, sobre la huella indeleble del gran constructor y eterno destructor.